Jefferson Perez - Sitio Oficial | BIOGRAFIA
7387
page-template-default,page,page-id-7387,theme-elision,woocommerce-no-js,ajax_fade,page_not_loaded,,qode-theme-ver-3.2,wpb-js-composer js-comp-ver-4.12,vc_responsive
 

BIOGRAFIA

Jersinio era el nombre con que su madre quiso inscribirlo cuando aún era un bebé. Sin embargo, este no fue aceptado en el Registro Civil del Azuay. El argumento fue que no correspondía al idioma español.

Entonces Fausto, su hermano mayor, sugirió el de Jefferson, aunque también para conseguir su aceptación se debió decir que era hijo de un deportista. Nació en El Vecino, uno de los barrios más tradicionales de Cuenca, el 1 de julio de 1974 como hijo de Manuel Jesús Pérez (+) y María Lucrecia Quezada.

MADRE DE JEFF, DOÑA LUCRECIA

Su Madre: María Quezada

PADRE JEFF- MANUEL PEREZ

Su Padre: Manuel Pérez

Pero por esos tiempos su progenitora jamás se imaginó que su querido «Nardo», así lo llama ella por su segundo nombre: Leonardo, llegaría a ser la máxima figura del deporte ecuatoriano de todos los tiempos.

Durante su infancia, la vida de Jefferson Leonardo transcurrió igual que la de los demás niños de barrio, en medio de limitaciones económicas. Inclusive, sus estudios primarios, que los realizó en las escuelas Eugenio Espejo y Gabriel Cevallos, luego los secundarios en el Colegio Francisco Febres Cordero, tuvo que compartirlos con algunas tareas para ayudar al sustento de su hogar.

No obstante, su progenitora, a pesar que adolece de una discapacidad visual, es uno de los pilares fundamentales para la consagración deportiva de Jefferson. Aparte de inculcarle los mejores modales, demostró un gran tesón para salir adelante junto a sus hijos. Además de Jefferson y Fausto, la familia Pérez Quezada está compuesta por Fabián, Marcia Patricia y Fanny.

Más allá de su trayectoria deportiva, el campeón olímpico 1996, obtuvo se ha esforzado también en el campo académico, obteniendo el título de Ingeniero Comercial, además de Máster en Administración de Empresas en la Universidad del Azuay.

Todo por un 20 en Educación Física

fotobio04

 Desfile por las calles de Cuenca, como abanderado del colegio Francisco Febres Cordero.

Su incursión en la marcha fue por casualidad. Todo comenzó ante la premura de prepararse para una carrera de resistencia, que servía como examen de Educación Física, cuando era alumno del segundo curso en el colegio Francisco Fébres Cordero.

Esa urgencia le empujó a pedir a su hermano Fabián que le cediera su puesto para entrenar por una semana junto al grupo de atletas dirigidos por el entrenador Luis Muñoz. Hasta que una mañana de abril de 1988 con cierta timidez se acercó al parque de La Madre, sitio que de allí en adelante se convirtió en su cuartel de preparación.

Muñoz decidió incentivarlo a que compita en una prueba de fondo. Con pocas semanas de preparación ya triunfó en la carrera Sport AID, ganando el derecho de representar a Ecuador, junto a Janeth Caizalitín, en Nueva York, EE.UU. y Londres, Inglaterra como embajador deportivo.

Al descubrir su potencial para la marcha, el entrenador azuayo Luis Chocho le invitó a unirse a su grupo donde ya estaban las campeonas sudamericanas Miriam Ramón y Luisa Nivicela. Aunque al principio no fue de su agrado por los movimientos extraños que demanda la caminata atlética, luego de conversar con su familia decidió decir sí a la caminata, afrontando como un reto este(hasta entonces) “extraño” pero extraordinario deporte.

Seúl- Corea, su primera consagración

SEUL 1992

Jefferson Pérez en el estadio nacional de Seúl en 1992, luego de conseguir el campeonato del mundo juvenil.

Su primer logro relevante fue la medalla de bronce en el Mundial Juvenil de Atletismo, en Plovdiv, Bulgaria, en 1990.

Hasta que dos años más tarde, su primera consagración la alcanzó al ganar el título mundial juvenil en Seúl, Corea. «Padre cumplí mi promesa de ser campeón mundial» reza una leyenda escrita al reverso de una fotografía postal dedicada su progenitor fallecido.

Luego vinieron triunfos en competencias sudamericanas, bolivarianas, panamericanas en la categoría absoluta.

Pero su consolidación deportiva definitiva la consiguió con su medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atlanta, en 1996. Esa mañana del 26 de julio venció a toda incredulidad ecuatoriana, puesto que solo un círculo muy reducido de gente que seguía muy de cerca su trayectoria abrigaba esa esperanza.

La inyección de experiencia del entrenador colombiano Enrique Peña fue determinante en el momento de la motivación y la definición de la estrategia para la competencia misma. Un desconocido Jefferson Pérez sorprendió también a los favoritos para ganar el evento.

Claro que en su camino se tropezó con duros obstáculos como la fractura de su clavícula en 1993 o la detección de una hernia discal en 1999, diagnosticada días antes del Campeonato Mundial en Sevilla España, Ante esta lesión, Jeff se encontraba en un dilema, competir o proteger su espalda y salud. Decidió sacrificarse y afrontar el reto. La recompensa llegó con la medalla de plata para su país.

Luego de unos días fue sometido a una cirugía de su espalda, lo cual le dejó literalmente postrado en una silla de ruedas por varias semanas. Posterior a su rehabilitación continuó su trabajo hacia las olimpiadas de Sidney 2000, ubicándose en un cuarto lugar.

fotobio08

Foto familiar en el matrimonio de su hermana Patricia

 

Regresó a las pistas para consolidarse

Tras el resultado de Sidney y sintiéndose frustrado por la falta de apoyo, decidió retirarse de las pistas e hizo una pausa por el lapso de un año. Ese tiempo lo aprovechó para terminar su carrera universitaria.

Sin embargo, cartas y llamados de los ciudadanos de todas partes del país exhortaron a que regrese a competir y aquello fue más fuerte que su decisión inicial. Por esta razón decide volver al alto nivel deportivo.

Esta vez prefirió ser su propio entrenador y ayudarse con la asistencia del cuencano Manuel Ortiz para planificar su preparación y estrategia. Además decidió no depender del apoyo gubernamental sino que prefirió la autogestión.

Su tenacidad le llevó a conseguir su segundo título en Copas del Mundo (el primero fue en Podebrady, República Checa, en 1997)  Esta vez en Torino, Italia, donde nuevamente rompió todos los pronósticos y salió triunfador. Así volvió para ratificar toda su grandeza deportiva y humana.

Tricampeón mundial, para que nadie dude de su grandezaCombo picture shows Ecuador's Jefferson Perez collapsing after crossing the finish line during the men’s 20km walk at the 11th IAAF World Athletics Championships in Osaka, 26 August 2007. Ecuador's Jefferson Perez won ahead of Tunisia's Hatem Ghoula and Mexico's Eder Sanchez. AFP PHOTO / ERIC FEFERBERG

Acalambrado en la meta del estadio de Osaka- Japón en 2007.  Se convertía en Campeón Mundial por tercera vez consecutiva (Paris 2003, Helsinki 2005).

Pues su gloria siguió fortaleciéndose y a pasos agigantados. Lo hizo cuando alcanzó el título los 20 km marcha del Campeonato Mundial de Atletismo de Francia en el 2003 y fue con el récord mundial de 1:17:21, que lo mantuvo por cuatro años.

Ese triunfo lo repitió en el Campeonato Mundial de Helsinki, Finlandia 2001, al imponer un tiempo de 1:18:35. Y otra vez, cuando ya muchos decían que a Jefferson le atrapó una etapa de decadencia, él demostró lo contrario.

Como para que nadie dude de su jerarquía protagonizó una verdadera hazaña en el Mundial de Osaka, Japón 2007. A miles de kilómetros de su natal Cuenca, se proclamó tricampeón absoluto al conquistar en forma consecutiva la tercera medalla de oro mundial en los 20 km marcha (1:22:20).

Así ya todos seguros de su grandeza, llovieron los reconocimientos, incluso en el extranjero. Al final del 2007, Prensa Latina, de Cuba, la BBC de Londres y Fox Sport eligieron a Jefferson Pérez Quezada como el mejor deportista de Latinoamérica.

A la par, en Ecuador sin ninguna duda fue el mejor del año para medios de comunicación y organizaciones como El Universo, revista Estadio, Asociación de Periodistas Deportivos de Pichincha y muchos otros.

 

Su Segundo éxito olímpico

46jeff

Llegando a la meta en el estadio olímpico de Beijing – China 2008. Alcanzó la medalla de plata, en un discutido evento que hasta el día de hoy se investiga al ganador por presunto doping. Esta sería la penúltima competencia, antes de su retiro en Murcia – España dos meses mas tarde, ante miles de migrantes ecuatorianos.

 

De vuelta a los Juegos Olímpicos, el cuarto lugar en los 20 km y puesto 12 en los 50 km marcha de Atenas, Grecia, 2004, lo dejaron algo frustrado y decepcionado, pero no vencido.

Prefirió reforzar su preparación deportiva y perfiló su mira hacia los Juegos Olímpicos de Beijíng, China, 2008. En esa cita olímpica, solo el ruso Valeriy Borchim, ahora sancionado por dopaje, le arrebató la medalla de oro en los 20 km. En medio de serias sospechas, siete años después confirmadas por los ocho años de suspensión que le impuso la Agencia Antidopaje Rusa por consumo de sustancias prohibidas, Borchim cruzó primero la meta con un tiempo de 1:19:01, 14 segundos delante del mejor marchista ecuatoriano de todos los tiempos.

Consolidado como el único doble medallista (oro y plata) olímpico de Ecuador, luego de ese resultado Jefferson se fue definitivamente y dejó un gran vacío en el atletismo. No obstante, se convirtió en un verdadero referente de éxito deportivo y profesional para el país entero.

El máximo exponente deportivo de Ecuador buscó otros derroteros en su vida. Sus energías se encaminaron a aportar a la sociedad desde la fundación que lleva su nombre para brindar salud, educación y nutrición a niños y adolescentes de escasos recursos económicos.

Hoy incursiona con éxito como empresario en proyectos inmobiliarios, representación de deportistas, organización de eventos deportivos de magnitud y más emprendimientos. Incluso esto le ha ayudado a generar fuentes de trabajo para cientos de personas.

En ese afán de superación también logró, entre otros, el título de Magister en Administración de Empresas, en la Universidad del Azuay, en el 2015.

Así su aporte al país sigue creciendo, permitiendo que su sello de excelencia deportiva, empresarial y humana perdure por siempre.

 

Por: Jaime Plaza